Nuestro ocio tenía otro nombre, desde hoy se llama "vacaciones de verano". Ya de vacaciones y por tanto en chanclas, hemos recolectado nuestra primera sandía. Me sentí padre al cortar con tijeritas el cordón que le unía a la tierra. La recien parida ha pesado 10 kilos. Siguiendo en metáforas hortelanas - que tanto me van gustando - , no me pensé asesina sino sacerdotisa de un culto arcáico mientras hundía en ella el cuchillo ritual . Las tajadas están buenas , dulces y encantadoras aunque, por nuestro entusiasmo de primerizos con los riegos, la sandía ha crecido quizás demasiado rápido y le faltaría una semana de maduración, para enrojecer con el sol sus carnes rosadas y que se acharolen las pepitas. Iremos aquilatando con la próxima.