sábado, 31 de octubre de 2009

Mi Retiro

Me lo pondrían preguntar un millón de veces y la respuesta sería la misma : Mi lugar en Madrid es el parque del Buen Retiro.
Conozco bien todas sus puertas, sus estanques, fuentes y veredas. Sus palacetes y kioskos me son familiares, y sus aguaduchos, solo en el Retiro llaman Aguaduchos a los chiringuitos, con vermut y patatas fritas, de bolsa pero inmejorables. Me gustan sus pinos piñoneros, los puentes de troncos finos, la colina de los gatos, el álamo blanco, los setos de boj, los cipreses podados a la japonesa junto a la estatua de Jacinto Benavente,me gusta la Chopera con el bosque del recuerdo y con mi recuerdo de las bicicletas de alquiler. Me gusta, claro, el ahuehuete del Parterre que vino de Méjico en 1633 y es quizás el árbol más viejo de Madrid, y la rosaleda de Cecilio Rodriguez , convencional y romántica, con las rosas Violón d'Ingres. Y la fuente de la Alcachofa, y la egipcia de la Tripona con el agua tan rica, y la temible del Angel Caido, me gusta el estanque pequeño, siempre solitario, y el grande que parece un cuadro de Renoir con las barcas y la gente tan contenta de asueto y sin hacer casi gasto, comiendo en bolsitas de papel y empujando triciclos, me gusta mirarlo todo desde lo alto del monumento a Alfonso XII. Me gusta el paseo de las estatuas con sus silenciosos reyes blancos, y los setos franceses, y los platanos, los abedules, los robles del Retiro. Me gustan, me gustan muchísimo los Castaños de Indias alrededor de los que giraron, bocadillo de salchichón y Fanta, muchas tardes de miércoles de mi infancia.
Me gusta el cielo y el olor que caen sobre el parque mientras cae con ellos la tarde, y la luz verdosa de las farolas isabelinas que se mezcla con el último sol y con el primer dibujo de la luna .
Siento mi franqueza, pero en este asunto soy tajante y no admito excusas: si alguien, viviendo en Madrid, no pasea un atardecer de otoño por el Retiro, es que, verdaderamente, o es el conejo de Alicia, o no le funciona la cabeza.