La niña deambula por un jardín propio que pudo ser trivial pero responde a todos sus ideales y contiene en sus márgenes y hoquedades un microcosmos organizado y minucioso. Entre la masa de bouganvilla creó una gruta con punto de mira y punto de fuga, tiene una urbanización que acoge a caracoles pacifistas a los que engorda con desechos vegetales de cocina, y un refugio bien custodiado para los tan frecuentes ratones huérfanos. Al pie de las adelfas ha erigido el cementerio de gatos con mausoleos de barro, y al resguardo de la acacia situó yacijas, aireadas a diario, para animales nocturnos desconocidos . En este jardín siempre están limpios los baños para pájaros . Se le van las tardes contando los brotes de geranios sin más fin que el del puro gozo por la fertilidad, o recostada en su mirador sobre el ajetreado hormiguero. Y si alquien le preguntase de sus afanes, ella juraría que la tierra sabe quién la riega y que las hormigas acuden a su mano para saludarla. Porque tan pequeña y para siempre comparte con Erasmo de Roterdam un sentimiento : "La naturaleza no me es muda ni extraña sino que me habla continuamente"
jueves, 26 de marzo de 2009
La niña que no se perdió
La niña deambula por un jardín propio que pudo ser trivial pero responde a todos sus ideales y contiene en sus márgenes y hoquedades un microcosmos organizado y minucioso. Entre la masa de bouganvilla creó una gruta con punto de mira y punto de fuga, tiene una urbanización que acoge a caracoles pacifistas a los que engorda con desechos vegetales de cocina, y un refugio bien custodiado para los tan frecuentes ratones huérfanos. Al pie de las adelfas ha erigido el cementerio de gatos con mausoleos de barro, y al resguardo de la acacia situó yacijas, aireadas a diario, para animales nocturnos desconocidos . En este jardín siempre están limpios los baños para pájaros . Se le van las tardes contando los brotes de geranios sin más fin que el del puro gozo por la fertilidad, o recostada en su mirador sobre el ajetreado hormiguero. Y si alquien le preguntase de sus afanes, ella juraría que la tierra sabe quién la riega y que las hormigas acuden a su mano para saludarla. Porque tan pequeña y para siempre comparte con Erasmo de Roterdam un sentimiento : "La naturaleza no me es muda ni extraña sino que me habla continuamente"