viernes, 24 de abril de 2009

La Mangosta de Marcus II

La fuerte miopía de Marcus le impidió ingresar en el ejercito, carrera que por tradición le correspondía y donde probablemente habría medrado bajo los auspicios paternos y a la sombra de la leyenda todavía viva del abuelo, muerto joven y heróico en una de las fatales batallas de la Peninsula. Mientras se decidía el futuro de un joven corto de vista, murieron los padres de Marcus en una epidemia de gripe española, dejándole la casa de Chelsea y una renta exigua que hasta los treinta años debía administrar su tío abuelo Angus, soltero y retirado con opulencia en Mayfair gracias a sus sagaces tratos con la East India Company, que a despecho de su monopolio oficial le fue permitiendo durante años importar algodón, Indigo, seda y té desde Madrás y Calcuta hasta Londres, París y Moscú. La tía Agatha, que no se hablaba con Angus desde 1854, cuando este creyó reconocerla voluptuosa, medio desnuda y turgente, abrazada a un pescador en un cuadro enorme de Lord Leighton, le sugirió a Marcus que aunque jugaran a ignorarlo, la familia siempre sospechó que el ahora pudibundo Angus Fairchild había sido un trueno y la tapadera para el comercio de opio que la compañía estatal no quería encabezar pero necesitaba.