jueves, 30 de abril de 2009

Mis raices huelen a eucalipto

" Donde mejor canta un pájaro es en su árbol genealógico" dice Jodorowsky pero yo he cantado siempre desde el suelo. Por mejorar el trino llevo un tiempo rastreando la familia de la que hasta ahora nada supe. Mi abuelo por ejemplo, que murió en el destierro de La Paz, Bolivia en 1936 de un tifus exantemático; encontraron en su mesilla dos fotos en dos marcos de plata: mi abuela y una amante criolla, dicen que se parecían tanto que habrían podido ser hermanas. Hoy se que era inteligente, de nariz pequeña y frente amplia, ojos verdes,quizás algo saltones, y estatura moderada sin ser bajito, cuando murió tenía cincuenta años. Le gustaban las mujeres y el juego, era gran lector, marido distante y padre estricto. Fue jurista y político, un apasionado nacionalista gallego de derechas. Nació en Santiago de Compostela en una familia de comerciantes ilustrados, admiraba a Rosalia y a Valle, era amigo de Castelao y de Concha Espina, publicó un libro sobre Jovellanos, dos tratados de nautica, numerosos s artículos sobre el folklore y las costumbres gallegas y un compendio de proyectos para industrializar Galicia. Su nombre aparece en el Ateneo de Madrid, creo que fue buen orador y conferenciante socorrido en diversos foros como en este que hoy traigo a colación, un recorte de la época nos cuenta que allí estaba Domingo Villar hablando ¡quien sabe por qué! del padre Salvado y los eucaliptos.