jueves, 11 de junio de 2009

Advertencia

Ayer por la mañana, mi amiga Mara me enviaba una foto idílica del valle de Balsaín por el que habían paseado el sábado. Como me sabe excursionista vocacional, decía que nos echaron de menos. A mí la foto, plácida, con caballos blancos y riachuelo, me llevó de repente, por el fenómeno magdalena proustiana visual, a aquellas que en formato poster y a todo color ilustraban los salmos en las paredes de mi colegio: Jahve es mi pastor , nada me falta, por prados de fresca hierba me apacienta, podía ser, por ejemplo. Ayer por la noche, en el relato Todo modo de Sciascia leía la frase sobre la infancia que registraba poco después en este mismo blog. Una cosa trajo la otra, de Mara M. a Leonardo S y desde ellos dos, hasta la lejana mí misma. La hemos hecho. Los recuerdos de niñez, como a menudo los de guerra, me suelen parecer triviales, autocomplacientes, esperables, he intentado evitarlos siempre porque se que no doy para mejorar el genero, pero caida al fín en sus garras, aquí estoy, así voy, encenagada por unos días en mi mofletudo pasado. Continuaré.