Han llegado de nuevo a Pollensa las fiestas de la Patrona y la plaza es un devenir de guirnaldas blancas. La brisa que hoy por fín existe y sopla, las mueve en rumor de palillos de ángeles que me adormece mientras esperamos a no se quien en el Café Español. Es mediodía.
Tengo sueño porque los chicos de casa me despertaron - sin querer, dicen - hoy a las ocho y media de la mañana mientras comparaban, a grandes voces, - despues de comprobar el aceite del coche- los encantos de Bulgaria y Rumanía bajo mi ventana. En el desayuno comentaban trayectos de trenes, discutían de racismo y contrabajos, recordaron a un raro artista santanderino y wagneriano, sacaron conclusiones esclarecedoras y, no contentos con eso, inmunes a guirnaldas y rumores, en medio del ajetreo del mercado, siguen hablando y sus frases me llegan inconexas para acunar este sopor tan placentero de verano :
.-Aquí las palomas son como buitres
.-Pues Figurate las gaviotas
.-Yo Tengo un amigo cetrero en Barajas
.-Allí Hay muchos
.-Dice que a los halcones no se les educa con palabras ni gestos sino por telepatía.
.-Claro
.- Me ha dicho Miguel que las tórtolas anidan en los cipreses
.- Pues según Horacio, el ñandú es tan sensible que si le atas y ve un condor volando puede morir del susto.
.- De un ataque al corazón.
.-Claro
.-Claro.