Cezanne, salvo unos desafortunados días en Suiza, nunca viajó más allá del trayecto que unía la Provenza con París, era temperamental y ordenado, nadie le consideró especialmente mujeriego ni amante de fiestas, con su vejez llegó a ser un buen católico. En 1875 vivía ya con Hortense Fiquet y tenía con ella un hijo de tres años, Paul .
El pintor soñaba con hacer cuadros enormes pero pintó este óleo tan pequeño, 37 x47 cm que se conserva en la National Gallery de Australia, en Camberra. La doncella, que adorna el negro imposible de su desnudo con un paño rojo en dificil equilibrio y un turbante amarillo, les lleva a los amantes un ponche de ron. El hombre mira el pecho de la doncella, quien ha levantado la cortina, pesada pero translúcida, sin avisar. La yacente rubia, palidez imposible, se recrea en la imagen de los tres en el espejo. La ventana es un hueco abierto al cielo del sur, a la bahía y al volcán.