Un privilegio pasar el día entre los artistas, agitadores culturales y mecenas que hicieron posible el milagro de "Los Encuentros de Pamplona". Pepe Diaz Cuyás, curator de esta exposición homenaje en El Reina Sofía ha sabido entender el espíritu, situarlo en contexto, interpretarlo historicamente y otorgarle una plasticidad que facilita la visita. Los encuentros de Pamplona marcaron mis comienzos en el mundo del arte contemporáneo, los mayores à la page contaban sus aventuras en el tren con John Cage, reían con poemas visuales navarros y se sonrojaban al recordar happenings desaforados bajo unas cúpulas hinchables, hablaban mucho de la chalaparta en el frontón, de la calle tomada, de indios y de setas. Luis de Pablo, Jose Luis Alexanco, Juan Hidalgo con Zaj, Isidoro Valcarcel, Juan Navarro Baldeweg, Oppenheim, Ignacio G. de Liaño, Paz Muro, Arias Misson, Equipo Crónica, Prada Poole, Nacho Criado, Javier Ruiz, Francesc Torres, Muntadas, Alberto Corazón, Sistiaga, Oteiza, Barrechea, Centro de Cálculo, Robert Llimós, Sharp, Oiticica y trescientos más: No me habeis decepcionado, es verdad que fuisteis tremendos.
Y una vez dicho lo dicho, digo, que si bien la mañana fue exquisita, con rueda de prensa impecable y visita atenta y emotiva, en la inauguración de por la tarde me irrité bastante. Por motivos muy personales, rompí mi pertinaz decisión - más de dos años sin un renuncio - de no acudir a inauguraciones y demás eventos de relumbrón sociocultural, y he comprobado que ¡menuda razón tengo!, son un espanto. Hay excepciones pero la gran mayoria de los asistentes, todos ellos profesionales del asunto, no mira nada, pero nada, nada. Se pasean saludando, haciendo chistes, ocupando espacio y alardeando de boberías varias con un aire fatal de "Todo lo he vivido y todo me lo se" que comparten, pobrecitos, tal cual, con los adolescentes más imposibles. No hablan de arte, no preguntan, no reflexionan,no comparten, no se fijan ni se asombran, son patéticos y mantienen un rictus fastidioso y esteril. En la vida diaria muchos de ellos son listos, algunos incluso son sensibles y leidos, pero el síndrome Opening les mata y me agota , de modo que vuelvo a mis cuarteles de invierno y no me vereis en otra.