
Los jovenes se amontonaban en las plazas para tirar globos que escribían poemas en el cielo. Se dirigían hacia una sociedad nueva, imaginativa y justa, y parecía que el arte era una categoría moral.
Estaban cambiando el mundo, Llegaría un orden nuevo y en él, todos serían para siempre modernos, iconoclastas y buenos.
¡Qué nostalgia de un entusiasmo al que llegué tarde!.
No se ha repetido en España un proyecto, un instante cultural, tan generoso, tan atrevido y tan vibrante.