Tengo un amigo encantador, chispeante y cálido , que ha perdido hoy un hermano y viene de lejos para verle por última vez y decirle adiós. Estoy triste por mi amigo y por su hermano muerto a quien no conocí ni conoceré ya nunca, triste por el vacío que él antes ocupaba, por unos recuerdos de infancia hechos añicos, por la niñez desmantelada, triste también por mí y por todos los que vivimos en peligro de muerte. En El tiempo gran escultor, Marguerite Yourcenar cita las palabras de Victor Hugo: Y temblar es preciso mientras no hayamos podido curar esa facilidad siniestra para morir. Aún más que la facilidad, me hace temblar la irrevocabilidad de la muerte, ese instante irrepetible que comunica el ser con la nada. Y cómo no temblar con aquel piloto kamikaze de veintidos años que horas antes de morir decía : Si al menos pudieramos caer como las flores del cerezo, tan puras, tan luminosas... Si al menos pudiéramos considerar, aunque fuera remota, la posibilidad de vivir felices para siempre.