Puvis de Chavannes, a quien tanto detestaba, pintó bañistas a la orilla del río, y también el querido Bazille, que murió tan joven, y Seurat. La pintura del XIX se deshacía de escenas mitológicas para optar por desnudos en el baño, pero él miraba a Rubens porque conocía la carne, el latido de la sangre bajo la piel y el movimiento de quienes no se saben observados. Él, que era tímido y un poco puritano, no podía enfrentarse a las mujeres desnudas sin perder con ellas el hilo de su tarea, de modo que acudía a las otras, las de los cuadros,o las buscaba a veces entre un remolino de chicos ruidosos que se bañan en el río a la salida de la escuela, como habían hecho Zola Baille y él mismo en sus tiempos del instituto. A menudo, las imágenes se mezclaban en su mente entre recuerdos y deseos, la obra se distorsionaba entonces en torsos asexuados de muchachos con melenas de doncella, gestos de jovencitas equilibraban vientres de matrona flamenca .
Repetía una y otra vez sus bañistas porque quería encontrar la otra orilla, la arquitectura en bóvedas de los árboles, la armonía interior, el orden y la identidad que subyace bajo toda diferencia individual. La música de las esferas en las bañistas de la Provenza.
Estas que vemos y que se exponen en el Museo d'Orsay, no son ni muchísimo menos las últimas, no son les Grandes Baigneuses de Filadelfia, sino les trois baigneuses retozando en 22 por 19 cm. Cezanne las pintó entre 1875 y 1877, su época oscura, el periodo impotente y atormentado; el tiempo del trueno y del llanto . ¿Qué ocurre en el bosque, qué río es este, qué mujeres, qué árboles inclinados de hojas paralelas, bajo que cielo y en qué aire se mueven, quien inventó ese blanco ?. Dejo de escribir para mirar de nuevo.