Después de un mes con parte metereológico centroeuropeo, hoy ha salido un sol tranquilo que anuncia las que aquí llaman "Calmas de Enero". Aprovechando la bonanza, ocupé la mañana en podar los rosales y por la tarde me fui a merendar con Magdalena, la madre de Margalida, por lo de la casa de la palmera.
Ya ha cumplido los sesenta, le sobran kilos y enviudó el pasado abril, pero Magdalena no se rinde y sigue siendo el faro que alumbra el pueblo. Pasado, presente o por venir, lo que ella no sepa de Pollensa es que no ha ocurrido.
La luz, a trávés de las cortinas bordadas de lino de la salita, bailaba sinuosa sobre las baldosas hidráulicas del suelo que ya de por sí hacían aguas en rojo intenso y al iluminarse se convertían en lentos remolinos de sangre y fuego.
Nosotras tomábamos un chocolate caliente con coca de patata muy espolvoreada de azucar y Magdalena no arrancaba a hablar del "Espíritu llorón" porque prefería que le pusiera yo al tanto de los últimos chismes de Formentor, o detallara mis impresiones sobre el nuevo novio artista de una amiga recientemente separada; gasté mis energías intentando inutilmente ser discreta y di por perdido el tema que allí me había traido. Cuando la luz ya no era tal y las baldosas eran solo baldosas, me despedí para volver a casa. Estabamos en el zaguán junto al portón cuando Magdalena se volvió hacia una consolita dorada bastante cursi en la que tenía las llaves, un cuenco con monedas sueltas y un librito que me dió con sorna : "Ya se que venías por lo de la Casa de la Palmera pero aquí está muy bien explicado y, con la de cosas que teníamos por hablar, no merecía la pena que perdieramos el tiempo en esto, si tienes alguna duda me llamas". Una profesional.
Tengo en las manos el librito, es un opúsculo de 63 páginas escrito por Tomeu Rotger - nada que ver con el Mossen- y editado por él mismo en Pollensa en 1952. Se titula "La palmera y el pozo, una historia de amor y de desdicha". Lamento que por su deterioro y poca resolución, no pueda reproducir aquí la foto en blanco y negro que ilustra la portada, en ella se aparecen dos tumbas contiguas en lo que supongo es el cementerio del pueblo; Se pueden leer las inscripciones de las lápidas:
Catalina Vives Ripoll 7/2/1905 - 21/6/1921 . Tu familia te recordará siempre.
Martín Ferragut Cerdá 9/10/1903 - 21/6/1921. Nunca te olvidaremos.