No entres por este portón los días de lluvia, ni se te ocurra adormilarte a la sombra de sus sombras, porque vivirías en la tristeza para siempre. Todos en el pueblo saben que la casa de la palmera tiene un fantasma en el pozo, le llamán "El espíritu llorón".
En el puente del primero de Mayo de 2007, tuve la oportunidad y suerte de coincidir con Christopher Chapman, el experto británico en fenómenos paranormales, cuando eramos ambos huespedes de fín de semana en la casa de Yorkshire de Catherine Lucas, gran amiga mía y prima suya. Durante un paseo en bote por el pequeño lago de los rododendros, le narré los hechos y su leyenda, él se interesó de inmediato y tras consultar la bibliografía pertinente, me comentó, unas semanas más tarde via email, que había encontrado un único caso comparable y ya era historia, ocurrió al parecer en la posada de Kaizu, una aldea del sur del Japón en el siglo XVIII y el fenómeno sólo se desvaneció cuando en 1871, tras venderlo, tiraron el edificio y su patio para levantar una moderna casa de té. A principios del siglo XX , con el negocio boyante y durante un invierno especialmente lluvioso, el dueño de la casa de Té de la Peonía perfumada, escribió en su diario que ocurría algo extraordinario en los grifos de los establos. Los estudiosos alertados en su momento, no descartaron que se debiera a secuelas de fuerzas metafísicas que impregnaban el lugar y que, revueltas por circunstancias extraordinarias, pudieran salir ocasionalmente a la luz . Esto generó en 1917 una investigación y posterior ponencia en la Universidad de Colchester sobre el tema :"Espíritus latentes y sus manifestaciones residuales en las casas de campo inglesas", la cual quedó registrada en una separata que según apuntaba Chapman, podría ser muy útil en el estudio del caso que yo le había presentado.
La vida es compleja y yo no soy una profesional de la rareza, de modo que entre viajes, trabajo, lecturas, penas y entretenimiento, olvidé la casa Pollensina y olvidé responder el email que tan amablemente me había enviado Chapman; el fantasma no era al fín y al cabo de mi familia y, poco educada como soy, dí el caso por zanjado.
Ayer sin embargo recibí una felicitación navideña de Catherine en la que me comunica muy cariñosa que Charlie, los niños y ella, pasarán unos días en Mallorca la próxima Semana Santa y añade "Christopher vendrá con nosotros y está muy interesado en visitar contigo la casa de la palmera".
Hace tiempo que no pensaba en la casa y su espíritu, pero me debo a la amistad y el asunto puede además convertirse en un divertimento vacacional si ocurre que, como es habitual, llueve en esas fechas. Mañana, sacaré tiempo para visitar la redacción del "Punt informatiu", el periódico quincenal local, en busca de relatos adicionales, y quizás Margalida Lluis, a través de su madre que en tiempos fue cronista del pueblo, pueda enriquecer la historia; imprimiré también las páginas de la Historia de Pollensa de Mossen Rotger en las que se mencionan los hechos.