jueves, 20 de agosto de 2009

He metido la pata hasta el fondo

Pero hasta el fondo. Hace dos días dediqué mi entrada a Lalita, Lilla, Nuria y su arbusto de macasar. El agradecimiento y la historia eran completamente ciertos pero me confundió Linneo y esa obsesión Taxonómica que le caracteriza. Para añadir categoría científica a mis emociones me empeñé en buscar el nombre latino del arbusto y ahí la lié. Aduzco como excusa que nunca he visto un macasar en flor y que el retoño de mi propiedad es aún muy niño para darme sus claves.
En fín, que el macasar de la Alhambra, también llamado calicanto, no es un ylan ylan ni una cananga, ni siquiera procede de Indonesia, es un chimonanthus fragans y viene de la China y del Japón. Y ya que rectifico, detallo: Es un un arbusto caducifolio que puede llegar a medir entre dos y tres metros, sus hojas son escasas y separadas, florece en invierno, antes de que broten las hojas, de ahí su belleza, la flor en la rama desnuda, muy Eliot, mezcla los recuerdos con el deseo. Las flores, blancas y rosadas, son en efecto de dulce fragancia y se emplean en la confección de perfumes y concretamente en el llamado aceite de Macassar que utilizaba indistintamente Ylanylanes o Calicantos. La historia sentimental de Granada va ligada a esta planta cuyo aroma es un clásico en la lírica local. Como su propagación es complicadísima, actualmente el arbusto es raro de ver y solo se encuentra en la Alhambra y en algunos exquisitos cármenes. Torpe pero agradecida, concluyo como concluía: Gracias, Lalita, Lilla, Nuria, estais llenas de gracia, muchas gracias.