jueves, 13 de agosto de 2009

Una vida en común

La cosa se va normalizando, Esmeraldo está comodamente instalado en el lavadero, donde le hemos construido un terrarium amplio con arena, musgo y cortezas de pino, tiene de todo, recovecos ,tunel, tejadillos, y hasta un estanque con diez centímetros de agua. El viscoso asunto de la comida no está del todo resuelto, Jordi le ve cara de hambre, yo creo que es de poco comer, lo que no pienso es cambiar mis ideas al respecto. De momento, parece que le gusta el cordero, tanto cabeza como costillar, tolera los pollos y desprecia albóndigas y vísceras variadas. Jordi insiste en que necesitamos presas vivas o los dichosos ratones congelados. A pesar de su dieta frugal, le veo de buen humor, ayer por la noche le saqué para que se familiarizara con la casa y estuvo un rato conmigo viendo la televisión en el sofá, se me enroscó en una pierna y yo enrosqué mi brazo en él . El gesto habitual de la caricia no resulta natural cuando tratamos a serpientes, la relación afectiva entre Esmeraldo y yo es inusual, completamente nueva, desestabilizadora. Cuando queremos a perros, caballos o gatos, nuestro amor les humaniza, con las serpientes empiezo a pensar que sucede lo contrario, esto debe tener algo que ver con la teoría de Spencer .