martes, 18 de agosto de 2009

Ylang - Ylang, Lalita, Lilla, Nuria

Hay en Indonesia un puerto llamado Macassar del que en el siglo XIX salían navíos cargados de la rica esencia de la flor del Ylang- Ylang que, mezclada con aceite de coco, expertos perfumistas convertían en el preciado Aceite de Macassar con el que los elegantes victorianos se impregnaban el pelo y manchaban los respaldos de los butacones de sus clubs. A España llegó también la moda de los hombres perfumados y aceitosos y , como en Inglaterra, se empezaron a tricotar pañitos antimacassar para protejer los damascos de los sillones.
Decía Linneo : Si ignoras el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas, así que los botánicos europeos bautizaron cananga odorata al arbusto del ylang ylang, para no olvidar que el aroma de sus flores cremosas es raramente fragante, más potente que el del jazmín, el azahar o el neroli, embriagador como el del stephanotis, permanente como el del heliotropo, sutil como la fragancia de la rosa de Alejandría.
Los hombres ya no son los de entonces y los aceites se han vuelto muy complejos pero el ylang ylang sigue floreciendo en Oriente y también en algunos pocos paraisos europeos como son los jardines de la Alhambra en los que un viajero holandés plantó el primer arbusto hace más de doscientos años porque sabía que sería la guinda perfumada que esperaban las noches de Granada .
Lalita Moreu vivía en la Alhambra y cuidaba un arbusto de Ylang Ylang, al que llamaba Macassar, en su jardín. Cuando penosas circunstancias le obligaron a dejar para siempre su casa, ni muebles, ni objetos quiso llevarse con ella, ¿qué consuelo queda cuando te obligan a dejar la Alhambra? . La última tarde, casi oscurecido, tuvo una iluminación, cogió su pala, desenterró el arbusto de Macassar y lo plantó en una gran maceta, esa sería toda su mudanza. Vivió desde entonces en Malaga y su vida siguió siendo hermosa, sin nostalgia y perfumada. Cuando muchos años más tarde, la edad - y el amor que todos le tienen - la convenció para dejar de nuevo su casa e irse a vivir itinerante con su familia dispersa , el Macassar seguía en el jardín y fue esta vez su hija, Lilla Moreno, quien cogió la pala, lo volvió a desenterrar una tarde, casi oscurecido, y en una gran maceta lo llevó a su casa de Madrid donde plantaron el Macassar al sol, en buena tierra ácida y protegido de los vientos.
Durante mucho tiempo, el Ylang Ylang no tuvo descendencia, era ejemplar mimado y único, plantaban semillas o hacían esquejes, nada daba fruto. Pero hace un año, agarraron los brotes, germinaron las semillas , proliferaron los perfumes.
Nuria Mora es hija de Lilla Moreno y es más que amiga mía, cuando hace unos días llegó a Can Dionis, traía un engorroso paquete de magnífico regalo, era una maceta de Ylang Ylang, un hijo del Macassar para nuestro jardín, venía también con un puñado de vainas para que probemos suerte en semilleros .
Tres mujeres fuertes nos han regalado La Alhambra con sus aromas y nos han incorporado a su cadena de amor fragante . Solo podemos decirles gracias. Lalita, Lilla, Nuria, estais llenas de gracia, muchas gracias.