martes, 1 de septiembre de 2009

Alegría tropical

Veníamos de Ca Rezzonico donde una placa en el Palazzo sobre el Gran Canal repite las palabras de Browning: Open my heart and you will see graved inside of it "Italy" ; por la mañana habíamos leido a Teophile Gautier: Solo he hablado de lo visible, evité remover el polvo de las viejas crónicas, avivar recuerdos olvidados, y animar con sus antiguos habitantes, los palacios desiertos. Ensimismados y románticos, casi en trance, entrábamos por Madoneta en el Campo de San Polo, y allí, esquina con el callejón de los caballos, un trío colombiano con muy buenas razones, vino a neutralizar nuestra decadente y autoindulgente exquisitez. Acordeón, guacharaca y voz, le daban con alegría al vallenato callejero: Yo crié a mi nieta con buena ropa, con buen calzado, con mucho esmero y estimación, pa´que ahora venga ese sinvergüenza, nariz parada, patillalero, a entusiasmarla con su camión, una pareja sudamericana se entrega al baile y el camarero de la trattoria próxima enlaza a Julia, que es alemana y tímida, en una danza nueva entre vals veneciano y tango energético, la joyera de la calle de enfrente marca el compás en sus muslos, un americano joven con canotier de gondolero inmortaliza en video casero el momento, nosotros, olvidamos por un rato Venecia y pedimos vino blanco para todos. El día era húmedo y cálido, los italianos espontáneos, los músicos rítmicos, y los turistas dispuestos, resultó fácil improvisar el Caribe y una buena juerga a las puertas de lo sublime.