domingo, 27 de diciembre de 2009

LA firma no es el mensaje

Mi primera gran duda existencial la provocó una oruga que con voz lánguida y sonmolienta preguntaba : ¿Quién eres TÚ?, o más bien, lo que desencadenó la reflexión y consiguiente sin vivir, fue la Heracliteana respuesta de Alicia: Yo, yo en este momento apenas lo se, Señor, aunque al menos se quien ERA cuando me levanté esta mañana, pero creo que debo haber cambiado muchas veces desde entonces .
A lo largo de los años he llegado a saber quien NO soy y a conocer facetas de mi ser pero en cuanto a lo esencial, no puedo decir que haya avanzado mucho, quizás , tras la hojarasca, mi yo no sea otro que el de Gurdulú, el escudero del Caballero inexistente de Italo Calvino, puro cuerpo y nula esencia, cuya personalidad/espejo se identifica y funde con toda naturaleza que encuentra a su paso.
Si ya tenía la duda clásica sin resolver, hace unos día, un graffitti en el suelo de Williamsburg, me metió en otro berenjenal al preguntarme sin ambages : ¿Eres bella?.
Y aquí me veo, dandole al magín para decidir qué es la belleza, sus estrechos vínculos con la bondad y la transparencia, y si, a estas alturas de curso, me he hecho con ella o por el contrario soy, tras la convencional fachada, sinceramente horrorosa y, de ser así, Dios no lo quiera, me tocaría discurrir si la fealdad a mi edad y condición tiene remedio.
¡Menudas dudosas navidades !