Mi primera gran duda existencial la provocó una oruga que con voz lánguida y sonmolienta preguntaba : ¿Quién eres TÚ?, o más bien, lo que desencadenó la reflexión y consiguiente sin vivir, fue la Heracliteana respuesta de Alicia: Yo, yo en este momento apenas lo se, Señor, aunque al menos se quien ERA cuando me levanté esta mañana, pero creo que debo haber cambiado muchas veces desde entonces .A lo largo de los años he llegado a saber quien NO soy y a conocer facetas de mi ser pero en cuanto a lo esencial, no puedo decir que haya avanzado mucho, quizás , tras la hojarasca, mi yo no sea otro que el de Gurdulú, el escudero del Caballero inexistente de Italo Calvino, puro cuerpo y nula esencia, cuya personalidad/espejo se identifica y funde con toda naturaleza que encuentra a su paso.
Si ya tenía la duda clásica sin resolver, hace unos día, un graffitti en el suelo de Williamsburg, me metió en otro berenjenal al preguntarme sin ambages : ¿Eres bella?.
Y aquí me veo, dandole al magín para decidir qué es la belleza, sus estrechos vínculos con la bondad y la transparencia, y si, a estas alturas de curso, me he hecho con ella o por el contrario soy, tras la convencional fachada, sinceramente horrorosa y, de ser así, Dios no lo quiera, me tocaría discurrir si la fealdad a mi edad y condición tiene remedio.
¡Menudas dudosas navidades !