El miedoLa ignorancia
El odioLa intolerancia
De un lado y del otro y del otro y del otro,
matan.
Porque no fueran lados sino facetas .
El miedo
Hay cosas de diario, como el pan, Shakespeare, las terrazas al sol, el café con leche, Serge Gainsbourg, el amor o los vaqueros. Y hay cosas para de vez en cuando: los zapatos de tacón, las orquideas, Nick Cave, la bruma entre los fiordos, el vodka, los chanquetes o Enrique Banchs.
“El ejercicio físico es bueno porque prepara y estimula las conexiones entre neuronas y también porque propicia su desarrollo”. John Ratey. M.D. en Spark, the revolutionary new science of exersice and the brain”
Llevo días con "algo", no puedo ser más precisa, mi médico - no es en realidad mío pero él finge serlo - me dice: puede que sea un sindrome gripal sin letra ad hoc, o un simple catarro estacional.Y añade: Quizás estés baja de defensas, no hay que descartar la anemia ferropénica. Y continua, ya embalado: ¿Te encuentras estresada o en algúna crisis emocional? porque también podría tratarse de un cuadro psicosomático. Conclusión, que llevo días con tosecilla, un cansancio desproporcionado y la cabeza algodonosa, se me derriiiten los pensamieeentos, cantaba Angela Molina en su primer y no se si último vinilo. Tengo "Algo".
"Hoy estoy sin saber yo no se como,
"To make a prairie it takes a clover and one bee,
Como se que las exposiciones sesudas y los estampados grandes no me favorecen, por lo general evito unas y otros pero hay días para todo y, ya que me han regalado un chal indio de flores enormes que me sienta muy bien, intentaré contar con elegancia la historia de Er, el guerrero que cayó en glorioso combate y resucitó, doce días después, para relatar lo que había visto y oido en el mundo de los muertos.
Ayer era la muerte, hoy es la vida que, nunca pensé otra cosa, se pasea como una rara paradoja. Hablo de encuentros, del tiempo y la memoria, de condiscípulos de años que se diluyen con la acuarela del tiempo en un borroso nombre vacío: Eloisa Márquez. Hay un novio que me hizo llorar y del que solo puedo recordar su nuca, y el modo con que sus dedos jugaban con las cerillas en los bares. A los dieciocho, pasé dos semanas en Baviera, haciendo vela en un lago al pie del castillo de Luis II, recuerdo el lago, los bosques, las tormentas con rayos y relámpagos, y la cara de la panadera de un pueblito vecino, pero de los otros dos estudiantes españoles - ella y él - que estuvieron, quince días completos, conmigo, no recuerdo nada, ni el nombre siquiera, por más que busco solo encuentro un piano blanco que uno de los dos tenía en su casa en algún lugar de Madrid al que fui una vez para recoger una chaqueta.
Tengo un amigo encantador, chispeante y cálido , que ha perdido hoy un hermano y viene de lejos para verle por última vez y decirle adiós. Estoy triste por mi amigo y por su hermano muerto a quien no conocí ni conoceré ya nunca, triste por el vacío que él antes ocupaba, por unos recuerdos de infancia hechos añicos, por la niñez desmantelada, triste también por mí y por todos los que vivimos en peligro de muerte. En El tiempo gran escultor, Marguerite Yourcenar cita las palabras de Victor Hugo: Y temblar es preciso mientras no hayamos podido curar esa facilidad siniestra para morir. Aún más que la facilidad, me hace temblar la irrevocabilidad de la muerte, ese instante irrepetible que comunica el ser con la nada. Y cómo no temblar con aquel piloto kamikaze de veintidos años que horas antes de morir decía : Si al menos pudieramos caer como las flores del cerezo, tan puras, tan luminosas... Si al menos pudiéramos considerar, aunque fuera remota, la posibilidad de vivir felices para siempre.
"Los que hacen antítesis forzando las palabras son como los que hacen falsas ventanas por simetría: su norma no es hablar con precisión, sino hacer figuras precisas". B. Pascal
A las siete de la tarde, que ya es noche, iba yo hacia la ferretería. Tomé el atajo de un callejón sinuoso, mis pasos resonaban solitarios, levanté la vista y pude leer en la penumbra el planteamiento de una vieja duda: Abans de la Fe. Si, antes de la fé ¿qué había?, paré en seco como si hubiera recibido una señal, empecé a pensar en San Agustín, en Pascal y, por lo mucho que me ataño, en mí misma. Antes de la Fé, ¿Qué había?, levanté de nuevo la vista, y, más arriba encontre un rótulo bastante nuevo que rezaba: Carrer de R. Picó y Campamar. Inesperada respuesta que funcionó tan divinamente - y uso el divinamente con propiedad - como un Koan Budista.
De repente y a contrapelo he volado a Mallorca para encontrarme, a fecha 17 de Noviembre, con el termómetro en 26 grados y el jardín de Maritja estallando en una apoteosis de rosas que se mezclan con los madroños en sazón, el azul del plumbago, las hojas cobrizas del árbol de las pelucas, los todavía inciertos racimos de las mimosas, la fragancia del mirto y los plumeros rojos del callistemon, entre otras cosas. Confieso que he reaccionado con entusiasmo y me he sumido en un trance de jardinera feliz , ya te digo, paraiso total, de aquí no me mueve nadie. Después de darme un garbeo con sus correspondientes saltitos, olisqueos, tijeretazos, fotos y gran gozo y deleite, he reflexionado y reaccionado, en parte, porque de la felicidad de hoy no hay quien me apee, he reaccionado, digo, con un sesudo: Ajá, esto que hoy me alegra no es otra cosa que el calentamiento global que tanto combatimos y que no conviene nada. Mirando con atención he visto en algunos olivos las berrugas marrones de una peligrosa enfermedad; en el pueblo, mi colega del vivero me informa de la plaga del escarabajo rojo que está diezmando las palmeras de la zona, y a los senecios de la glorieta se les ve exhaustos, como pronto lo estarán las rosas, de tanta floración y tan poco frío. Qué complicada es la vida y qué paradojico es todo, qué dificil pasar de lo general a lo particular con coherencia. Narnia era aquel país de C.S. Lewis donde siempre era invierno y nunca navidad; en el mediterraneo, teníamos en cambio, una estación para cada quehacer y un fruto para cada estación.Se nos trastoca el clima, y voy yo y me alegro,¡seré necia, seré primaria!. Me encuentro a un suizo que tiene una casa al borde del mar y quiere subir un metro más los muros del jardín, para no mojarse cuando se derritan los polos; eso es sensatez a largo plazo, y pesimismo, supongo. Y recuerdo al amigo jamaicano que nos preguntó un día ¿Do you have winter ?. Pues sí, Richard, tenemos winter, a mucha honra, y las rosas, los olivos y yo, queremos seguir teniéndolo.
A ritmo lento pero sigo ruta; o más bien, porque voy a ritmo lento, sigo ruta. Hoy que estoy sola y sentimental, entre unas cosas y otras, quiero daros las gracias. Me gusta pensar en vuestras mismidades tan distintas y en cómo, milagroso milagro, compartimos algo. Conocidos y desconocidos, me alegra veros todos los días, asomados a vuestras ventanitas. Cada nuevo seguidor me produce un agradable cosquilleo de agradecimiento en el esófago. Yo también, a los que me dais pie, os sigo, y me gustáis. Sois mi punto de apoyo bloguero, muchas gracias.
Vinieron dos y venían
Visita a los mellizos recien nacidos de Carmen, vida a estrenar, ternura compartida y agotamiento materno. Salimos alegres, expandidos, dicen en Oriente que los niños recien nacidos son, en este mundo, lo más próximo a la divinidad de la que provienen y, solo el sostenerlos ennoblece. Comentando orejitas puntiagudas y pestañas largas, bajamos por General Ricardos hasta Marqués de Vadillo, cruzamos el puente de Toledo, todo obras, todo promesas de jardines junto al río. Un cartel municipal dibuja un futuro idílico en el que florecen con profusión las camelias sasanquas y el ,otrora humilde, Manzanares, corre caudaloso, rizado por el vuelo de ánades reales que anidan en juncos bamboleantes. En fín, Pirámides a un lado, Carabanchel al otro, y allá en el frente, Ocaña, como poco; a pie de realidad, cuando veo nuestro río miserable pienso en el Sena, el Tamesis, el Hudson,el Ganjes, el Yamuna, el Danubio, el Tiber incluso, y la verdad es que me acochino.
Un día en La Vera extremeña con amigos, buscábamos terreno para construir una casa y encontramos espliego, jaras, retamas, romero y robles, en un paisaje que se difuminaba con las cumbres de Gredos. En los brazos, membrillos y limones robados de un bancal cercano, eramos carritos alegres de perfumes antiguos. Una mole naranja y casi bélica, herrumbrosa, surgió de improviso entre los matorrales y el cielo, sobre ella, una escalera rosada apuntaba al infinito. Y yo mandé desde allí un beso agradecido a Duchamp; a Beuys, más formal, le dediqué una sonrisa que pretendía ser inteligente. Gracias señores, gracias por este object trouvé tan impecable. Si la idea fue vuestra, que lo fue, el gusto, en este caso, es todo mío.
Ayer estuve con Catherine Fine, ella me habló del pintor John Marin (1870 - 1953) sobre quien, hace unos años, publicó el estudio más exhaustivo y autorizado. Casi le había olvidado. Hace tiempo, leyendo a Clement Greenberg, en un ensayo de los años cuarenta, encontré su nombre : Los dos mejores pintores americanos del momento son Pollock y Marin. Busqué entonces información sobre aquel Marin que ni me sonaba; di con un acuarelista encantador y raro, tenía algo de los pintores parisinos de Un americano en París, que vendían a los turistas pequeñas acuarelas cubistas y buffetianas de la ciudad, la lluvía o el sol siempre caían en rayos sesgados sobre sus calles. Marin fue en efecto un Americano en París pero volvió pronto a casa y durante años supo pintar la ciudad de Nueva York, la costa de Maine y mis queridos Adirondacks.
"No tiene sentido hacer lo que ya hizo tu padre. No tiene sentido rehacer un Cézanne". Marcel Duchamp
Siempre quiso pintar a lo grande pero le salían cuadritos mínimos que las sucesivas capas de pintura sin diluir convertían en oscuros y pesados. La acuarela le permitió encontrar la ligereza y con una mano en el agua pudo volver al oleo para enfrentarse a un lienzo de bañistas en el río que, mediría 2'08 x 2'51 cm. Nunca sabremos si lo dió por terminado y bueno, quizás, frustrado y furioso, solo viese en él una obra malograda, como tantas otras. Las grandes Bañistas, inacabadas o no, catedralícias, se apoyaban en una pared de su estudio de Lauves el 22 de Octubre de 1906, día de su muerte.
De siete a doce. Cinco horas con Los Troyanos, la ópera de Berlioz, en el Palau de las Arts de Valencia.
Por las noches, leo hasta muy tarde, y en invierno me dirigo hacia el sur.
Me regalaron dos romeros para el callejón de Serrano y los he plantado. He podado también los cipreses sucios y leñosos y he puesto en tierra humeda y suelta un ramillete de esquejes de hortensia, por si acaso. El muro me llamaba hoy más que la tierra, así que he prolongado unos metros más mi trabajo de aliño. Como me crezco facilmente, ya iba yo con soltura y afán de perfeccionismo, me veía consumada profesional. Ahí estuvo mi perdición o, como diría mi abuela, en el pecado llevé la penitencia. Por enjugar una gota he emborronado veinte centimetros y, no es eso, no es eso, los muros públicos requieren manicura y mimo. Caía el sol y el frío cuando ocurrió la desgracia de modo que dejé para mañana la tarea de humildad. Volveré de cara a la pared y manos a la obra. Seguiré informando. justicia Jardinera.
He cenado, escarola y perdiz, con un amigo que quiso, hace tiempo, escribir un inmortal soneto. Hemos hablado de literatura y de tabaco, de cosas familiares, de hipnotismo y de camisas de manga corta con corbata. He hablado yo de Cezanne y del camino de Santiago, ha hablado él - arcáizante y francamente ordinario - de reales hembras, y de otras que toman varas. Hemos tocado también algunos temas embarazosamente personales. Se ha mostrado mi amigo, como siempre, discreto en lo que sabe y osado en lo que desconoce, petrarquista, erudito hasta irritar, entretenido, y, a su pesar, bastante cariñoso. Me ha recomendado una novela menor imprescindible : Fermina Marquez de Valerie Larbaud y, antes de irnos, muy tarde, el restaurante ya vacío, ha recitado la línea perfecta que iniciaba una novela heróica nunca escrita, hablaba de un oficial feliz en cierto campo de batalla con nombre alemán. Y recordé entonces un verso de Tijon Churilin, poeta y ruso:
Estuve hablando largo rato con Marina por teléfono, a última hora de la tarde, se entrecuzaron los temas y algunos problemas. Vine directa de la conversación al ordenador con idea de escribir sobre otras cosas pero se superpuso Estambul, la ciudad que conocimos, gozamos, juntas y en la que ella va a vivir desde el próximo mes de Enero. De todos los minutos colmados de Estambul, me quedo quizás con la oración del crepúsculo en la mezquita de la Atik Validé, la madre del sultán, en el barro asiático y marinero de Uskudar. La mezquita es la última gran obra de Sinan ibn Adülmennan, un jenízaro de la Capadocia, estratega e ingeniero militar que a partir de los cincuenta años se convirtió en el Arquitecto de arquitectos, arquitecto de Suleiman el magnífico, artífice y alma de la silueta de Estambul.
"Lo que desaparece con la muerte de una personalidad es una sintesis de ideas y modos de conducta, tan exclusiva e irremplazable como aquella que desarrolla una especie floral a partir de una simple sustancia quimica común a todas las especies. Cuando la pérdida de alguien querido o de un personaje público, como un político, un escritor, o un artista nos conmueve, sufrimos la misma sensación de perdida irreparable que experimentaríamos si la rosa centifolia se extinguiera y su olor desapareciese para siempre". Claude Levi - Strauss. La mente salvaje
Hoy solo pensaba plantar unas matitas de hierbabuena pero me lo he pensado tres o cuatro veces y al fín he osado, he tomado el muro.